Después de cinco años en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (la más antigua de América, fundada en 1551) hoy me toca decir ADIÓS. Esta separación parcial se debe a que hoy dejo la condición de estudiante y me uno a la fila de los miles de egresados de la casa Sanmarquina.
En los cinco años en la UNMSM he vivido directamente la problemática de la educación pública universitaria: bajo nivel de la enseñanza, falta apoyo a la investigación, manejo inadecuado de la institución y autoridades incapaces. A pesar de ello he tratado de cumplir con uno de los objetivos de la universidad, la investigación.
Al escribir esta pequeña reflexión me sobreviene dos estados emocionales, felicidad y tristeza. Triste porque dejaré un espacio al cual asistí religiosamente durante 5 años. Convirtiéndose, prácticamente, en mi segundo hogar (de las 16 o 18 horas en las que generalmente estoy despierto 8 o 9 horas la pasaba en la universidad. Ya sea por clases, lectura de libros en la biblioteca, reuniones, etc.). Feliz por dos cosas: por haber conocido a los mejores amigos (Michael, Luis, Silvia e Isaías), aquellos con los cuales uno ha desarrollado una amistad sincera y fuerte; y lo segundo es que me llevo experiencias de todo tipo. Los que tenemos la suerte y privilegio de ser exalumnos de la Decana de América entenderán a que me refiero con esto último.
Ahora que soy oficialmente un exalumno, estoy implícitamente comprometido a honrar el nombre de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ambiente que albergo a lo mejor de la intelectualidad del Perú. Por ello considero necesario que los alumnos y ex alumnos breguemos para que la universidad recupere el sitial que nunca debió perder (a través de la investigación, el ejercicio ético de nuestras profesiones y la creación de espacios de desarrollo sostenible). Sé que esto último no solo es cuestión de ánimos y deseos sino de también implica que una mayor inversión de dinero. Respecto a esto último considero que los egresados podemos colaborar – como hace todo exalumno de una universidad estadounidense o europea – a través de la donación de una cantidad de dinero (no importa la cantidad). Por el número de egresados sanmarquinos en el Perú y el extranjero se puede conseguir una cantidad significativa, para la creación de fondos de investigación y becas para chicos de escasos recursos.
Finalmente, debo señalar que estaré profundamente agradecido con mi institución por haberme enseñado, indirectamente, dos cosas que considero fundamentales: la importancia de investigación y la tolerancia. La primera porque aprendí que todo científico (ya sea físico, matemático, biólogo, químico, social, etc.) debe apuntar siempre a la resolución de problemas (mejorar la vida de las personas y que el mundo se más vivible). Mientras que el haber ingresado a San Marco me ha permitido conocer a diferentes personas, de distintas regiones, credos, pensamientos e ideologías; sin lugar a dudas estas cosas lograron consolidar mi tolerancia hacia lo que generalmente uno lo ve como “diferente”. Más allá de la relación amor-odio que buena parte los sanmarquinos llegamos a desarrollar para con la universidad, yo personalmente me siento agradecido.
Solo espero que la UNMSM y las universidades públicas mejoren. Tengo la esperanza que la Nueva Ley Universitaria, promulgada este año, mejore la situación y para ello colaboraré desde donde me toque estar (ya sea como político, académico o profesional).